La iluminación de tales superficies expuestas y la puesta en escena de su materialidad en la oscuridad se pueden realizar de múltiples maneras. Más allá de la fascinación de la propia arquitectura, la iluminación se puede planificar y ejecutar de manera muy individual.
En la planificación de la iluminación se tienen que considerar la estructura y el grado de reflexión de las superficies. Para realzar y poner en escena de forma individual las estructuras existentes en fachadas, el posicionamiento de las luminarias permite influir en especial medida en los resultados de la iluminación. La luz emitida en un ángulo agudo hacia la fachada es la que mejor resalta las estructuras. Cuanto más agudo sea el ángulo elegido, más pronunciada será la alternancia entre luces y sombras. Colocando las luminarias a una distancia un poco mayor de la arquitectura y eligiendo bañadores de pared, la fachada se puede percibir en su conjunto en la oscuridad. Los efectos de iluminación suaves evitan que se creen conos de luz.
Las superficies brillantes y estructuradas también se pueden iluminar con luz directa en un ángulo de 90 grados. Cualquier punto de luz dirigido hacia la fachada queda visible y crea una acentuación luminosa aún más polifacética.